IOSHUA live Posadas Misiones

IOSHUA habla para CANAL ENCUENTRO Argentina

domingo, 9 de octubre de 2011

IOSHUA entrevistado en Radio Nacional de Rosario (Santa Fe)

sábado, 8 de octubre de 2011

MALINCHO

Por alguna viciada razón El Malincho creía que siempre se saldría con la suya. Quizá sus inconciencias con las que avanzaba sobre la vida no eran más que la furiosa ceguera del hambre y la soledad. Si, como un animal, quizá.
Pero hasta los animales mas insignificantes tienen intacto el instinto de supervivencia… pero El Malincho no. El Malincho era un pibe de lo más hermoso en este condenado mundo. Su belleza brutal apenas desdibujada por su apariencia desdeñada. Un ardiente potrillo salvaje al que me habría montado cada instante para huir de este universo.
Pero quizá vendrían días que él no podría ni imaginar.

Su vida siempre en los rincones de la noche y metido en problemas y piyando carteras o asustando a cualquiera para robarle algo. Comiendo cuando podía, durmiendo donde podía y drogándose siempre. Nunca le conocí amores y él nunca me hablo de ellos, parecía que su furia encubría algo de casto y virginal, aunque a veces andaba por ahí con alguna chica fastidiosa que lo acompañaba y le decía cosas lindas y luego la desaparecía de su lado. Así también con algún secuaz… las pocas veces que lo vi con algún compañero de piyes no fue mas que una o dos veces, sigo creyendo que El Malincho era de esos animales solitarios que apenas cumplían con la molestia de vivir hasta que se morían nomás.

Yo lo quería mucho al Malincho.

El Malincho era un pibe de la calle bendecido con la más fogosa belleza de punta a punta. Un bandido encantador que trampeaba en las calles de Constitución.

Siempre encontraba alguna jugada para hacerse de unos pesos. Una vez estaba en un asqueroso bar de mala muerte tomándose una cerveza y ve unos 3 tipos allí en una de las mesas tomando lo suyo. Se miran, se acercan y empieza la aventura.
Los tipos querían cocaína, ya, urgente. Se los notaba algo alterados y por supuesto parecía que no eran de la ciudad. El Malincho claro se ofreció a conseguirles todo lo que quisieran, de la mejor, de las mas pura, a cambio de un poco y unos billetes. Que él sabia muy bien quien vendía allí en la zona. Los tipos parecían confiados y le dijeron que tenían el dinero en una habitación en una pensión allí cerca.
Terminaron las cervezas y así hacia allí fueron a buscar los billetes para la cocaína. Algo se sacudió más aun en el infierno.

La pensión donde paraban los tipos eran un montón de piezas roñosas que alquilaba un peruano que no preguntaba nada a nadie. Fueron todos juntos hasta la última habitación del pasillo. Abren la puerta y apenas entran, se quedan junto a la puerta abierta del lado de adentro. El Malincho parecía desesperarse ante la jugada que tenía planeada, les iba a agarrar la guita y se iba a borrar. Era perfecto. Pero estos tipos hablaban entre ellos y no sacaban la plata. Malincho se empieza a poner nervioso y apura el trámite. Los tipos preguntan “cuanto seria 600 pesos de merca? Queremos pura, nada de giladas, ok?” “600 pesos? Yyyy un montón asi, yo les consigo de la mejor ya van a ver. Es buena buena en serio.” Los tipos se miran entre si y empiezan a buscar en sus bolsillos.

Por alguna viciada razón El Malincho creía que siempre se saldría con la suya. Quizá sus inconciencias con las que avanzaba sobre la vida no eran más que la furiosa ceguera del hambre y la soledad. Si, como un animal, quizá.
Pero hasta los animales mas insignificantes tienen intacto el instinto de supervivencia… pero El Malincho no. El Malincho era un pibe de lo más hermoso en este condenado mundo. Su belleza brutal apenas desdibujada por su apariencia desdeñada. Un ardiente potrillo salvaje al que me habría montado cada instante para huir de este universo.
Pero quizá vendrían días que el no podría ni imaginar.

El Malincho hace su tonta jugada sin sentido y les apunta con un pequeño revolver que saca de atrás de la cintura de su pantalón y les exige “Denme toda la guita dale dale, dale o los quemo…” los tipos se quedan confundidos y se miran, y en un segundo sacan cada uno una pistola enorme y se la ponen cada uno en cada lado de la cien a la cabeza del Malincho. Algo se sacudió más aun en el infierno.
Lo empujaron para dentro de la pieza, El Malincho intenta huir pero lo agarran y le tapan la boca y lo tiran contra uno de los catres de la pieza. Cierran la puerta. Le meten un trapo en la boca y lo tienen forcejeando contra el catre.
“Que hacemos con este boludito?” pregunta uno. “Y lo cogemos, no? Esta lindo el idiota, no? Yo ando medio caliente y me viene genial. Agarrenlo fuerte que yo voy primero” y lo desnuda a los tirones. Le baja los pantalones hasta las rodillas y empezó a manosearle el agujero del culo. Malincho resoplaba y se estaba quedando sin aire. El tipo le metía un dedo con fuerza y le escupe el agujero y le apoya la pija durísima y empieza a empujar.
El Malincho casi no podía ver nada ya que tenia la cabeza hundida boca abajo.
El tipo entro hasta el fondo del Malincho. Varias veces y cada vez más rápido y violento hasta que le acabo adentro. Así mismo se prendió el otro tipo y cada cual a su turno los 3 tipos le entraron por el culo del Malincho hasta lo más hondo, caliente y herido del pibe.

Y los tres le acabaron adentro a El Malincho que solo quedo allí sollozando, agotado y apenas se movía. Casi muerto.

Los tipos se arreglan las ropas un poco, se hacen unos chistes cómplices, agarran una valija y uno de ellos se acerca al Malincho y le da unas palmadas en la cola y le dice: “Para que aprendas quien la tiene mas grande, pichón” y sin mas desaparecieron.

El Malincho quedo allí apenas con aire y algo de fuerza para levantarse pero estaba destruido. En la pieza solo había quedado el zumbido de algunas moscas. Intento incorporarse pero se cayó. Se quedo ahí desmayado un buen rato. Desnudo. Casi muerto. Entre el zumbido de algunas moscas.

Luego de eso El Malincho desapareció un tiempo del barrio y ya nadie lo volvió a ver merodeando por Constitución. Supe que se hizo cartonero y se había ido a vivir a un ranchito en una villa de Florencio Varela. Y quizá también por aquello que le paso con esos 3 tipos… quizá, no lo se, El Malincho empezó tímidamente a ir a los cines porno. Primero solo entraba a mirar y ver si se animaba a hacer algo y las primeras veces apenas se dejaba tocar un poco y huía de la situación. Pero quizá ese deseo que despertaron esos 3 tipos que lo violaron lo hacia volver a los cines porno e intentar una vez mas y luego ya se empezó a animar un poco mas y se dejaba chupar la pija y el también empezó a chuparlas. Y así hasta que se pasaba las madrugadas enteras y los días enteros revolcándose con otros tantos perdidos en los cines porno de 24 horas.
De día en las calles cartoneaba un poco y con los pesos que juntaba se compraba algo para comer, unas cervezas y lo demás, claro, era para entrar al cine porno.

Por alguna viciada razón El Malincho creía que siempre se saldría con la suya y talvez de alguna manera así fue. Quizá sus inconciencias con las que avanzaba sobre la vida no eran más que la furiosa ceguera del hambre y la soledad. Si, como un animal, quizá.
Pero hasta los animales mas insignificantes tienen intacto el instinto de supervivencia… pero El Malincho no. El Malincho era un pibe de lo más hermoso en este condenado mundo. Su belleza brutal apenas desdibujada por su apariencia desdeñada. Un ardiente potrillo salvaje al que me habría montado cada instante para huir de este universo.
Pero quizá vinieron días que el no podría ni haber imaginado.

Hoy nadie merodea las calles con tanto encanto. Su belleza se desvaneció como todo lo demás. Hoy El Malincho empuja su carro de basura con la sola necesidad de pagar su entrada al cine porno y mastica en su corazón la furia de que para él quizá vinieron días que no podría ni haber imaginado.
Pero no importa nada en este mundo.

Yo se que una vez cuando nos conocimos en medio de una borrachera nos besamos con El Malincho y fascinado por su tibieza supe claramente que entonces algo se sacudió más aun en el infierno.
Pero esta vida es una desgracia tenaz y quizá para ambos vinieron días que ni el ni yo podríamos ni haber imaginado… aunque supiéramos que algo se sacudió más aun en el infierno.