IOSHUA live Posadas Misiones

IOSHUA habla para CANAL ENCUENTRO Argentina

jueves, 24 de febrero de 2011

LA MAREA

“Che, nunca me olvides… aunque apenas vas a recordarme, ya se…” me dijo dándome la espalda en la cama. Dándome esa espalda suave y hundiendo su voz de puñal un poco en la almohada. No respondí nada. Solo me quede mirándolo ahí desnudo y en su bellísima espalda resonaba ese pedido y pensé: que pibe tan tierno… que voz tan tierna… que lamento tan cruel.

Al pibe lo conocí en el baño de la estación de tren de Hurlingam. Yo estaba ahí y justo entra este pibe como quien entra y busca caras conocidas en una fiesta. Apenas si gire para mirarlo y lo vi ahí frente al espejo lavándose la cara. Lo vi secarse la cara subiéndose la remera y sus manos contra los pantalones y quedarse un momento tocándose el bulto. Termine y me acomode la bragueta, me acerque a lavarme las manos, nos miramos mientras el seguía apenas tocándose el bulto. Me lave las manos y también me las seque contra mi pantalón. Volvimos a mirarnos. Le puse una mano en el hombro y le dije “vamos a coger”, y salimos de ahí juntos a buscar un lugar.

Así empiezan algunas cosas de nuestra vida… en los rincones mundanos de lo que somos… y ahí mismo, en un baño inmundo por ejemplo, los hombres siempre tienen la oportunidad de ponerse a la altura de sus principios solo tocándose la pija.
Esta ocasión, pensé un instante mirándolo sobarse el bulto, no podría ser otra de esas veces en que mi corazón salía a enredarme en amoríos… pero aprendí que la pija, en ocasiones inmundas, late mas fuerte y pega mas hondo que las patadas del corazón.
En estas cosas de hombres… pensar a veces empeora las cosas. Lo bueno es coger sin corazón. Si, ya se que así es mucho peor aun, pero… a veces hay cosas que solo empeoran desde que empiezan… y no lo podemos evitar.

Caminamos unas cuadras y le convide un cigarrillo… y pensé callado en ya cuantas veces no se que decir y solo puedo ofrecer alguno de mis vicios para distraer el silencio e intentar acercarme a las personas con alguna amabilidad. Fumamos y luego de unas esquinas nos metimos por una puerta y un pasillo hasta su pieza y cogimos un buen rato.

El pibe tendría apenas más de 18 años… no más que eso, estoy casi seguro. Lindo el varoncito. Yo, que voy partido por dentro arrastrando mis tantos años de vicio y ahí estaba durante ese rato cogiendolo y apenas si pude considerarme un buen hombre para él. Pero una vida de ruina me había traído a tirones hasta esa cama con él… y debía agradecerlo de alguna manera… aunque luego de acabar en su culo yo solo tenía unas ganas rabiosas de tomar cerveza.

Si ya cogi con cualquier… por que no debía disfrutar a ese hombre de zapatillas rotas y mejillas suaves… un poco bobalicon pero tan fresco y en celo como un puerco. Un muchacho infame y vicioso con sudor de verano lleno de sol, un chico con la más bellísima boca llena de gracia, ingenuidad y las peores maldiciones cuando se desnuda y pide pija.
Ese pibe… tan recién llegado… tan arrojado a no estar solo en ninguna cama… tan hondo sus ojos sin más voluntad que mirarme. Que muchacho aquel! Su cuerpo era inmenso para mis manos… su boca inmensa para mis besos… y su plenitud era todo el cielo entero debajo del cual apenas yo podía contemplar durante ese rato su misterio.
Que gran muchacho aquel! Que entregado! Que gracia maldita de darme unas ganas rabiosas de tomar cerveza!


Seguíamos retozando y chapándonos y manoseándonos ahí en el colchón… y yo miraba de a ratos el lugar donde estábamos, una pieza pequeña sencilla llena de porquerías y cosas tiradas. Ropas sucias en cada rincón, colillas de cigarrillos, botellas vacías… un televisor roto, unos vasos rotos, un rosario de plástico blanco, una cajita de fósforos, una pelota de futbol desinflada y un poco de luz que entraba por la ventana. Ni pude imaginar si acaso era su pieza… o estábamos metidos en la casa de algún primo suyo o algún amigo o algo así, pero afortunadamente luego de un ratito todo el lugar ya olía solo al sudor de este pibe y eso definitivamente coronaba el celo de seguir ahí sin preguntar mas nada… ni siquiera su nombre.

Nunca supe como se llamaba… o como le gustaría que lo llamara… fui egoísta de alguna manera, lo se. Hoy no puedo ponerle nombre a su recuerdo.
Solo recuerdo la inmensidad de su juventud, de su soledad hambrienta que salía de casería en los baños de hombres, su cuerpo liviano vicioso y profundo como las mareas. Nunca vi tanto lamento tan amargo y desesperado en un envase tan tibio y rapaz. Nunca tuve tantas ganas de bebérmelo todo entero de un trago. Si, ya se que así es mucho peor aun, pero… a veces hay cosas que solo empeoran desde que empiezan… y no lo podemos evitar.

Así que ya realmente quería tomarme una cerveza, en serio, mucho. Amague moverme e incorporarme un poco y buscar mi ropa mirando alrededor y él me miro mas hondo que antes y se quedo mas suave y mas entregado que antes. Mis manos fueron de su cuerpo a mi ropa en el piso y se iban como el agua de las orillas cuando baja la marea. Él muchachito, envuelto en la humedad del encanto de su sudor de febrero, se acomoda ahora en su lado del colchón y me pide:
“Che, nunca me olvides… aunque apenas vas a recordarme, ya se…” me dijo dándome la espalda. Dándome esa espalda suave y hundiendo su voz de puñal un poco en la almohada. No respondí nada. Solo me quede mirándolo ahí desnudo y en su bellísima espalda resonaba ese pedido y pensé: que pibe tan tierno… que voz tan tierna… que lamento tan cruel. Que vida tan rota. Que celo tan hondo. Que ganas rabiosas de tomar cerveza.