IOSHUA live Posadas Misiones

IOSHUA habla para CANAL ENCUENTRO Argentina

miércoles, 16 de septiembre de 2009

DOS CORAZONES

Marcos y Gusti se conocen y se enamoran. Visitan el cementerio y compran ramos de flores. Gusti afana una panadería. Después curten y buscan una birra bien fría.



Ya había atardecido y estaba casi oscuro. Me quede parado contra una persiana en la esquina y de repente El Gusti vuelve corriendo y me tira del brazo al pasar y dice “dale! Boludo corre corre… para las piezas! …” y arranque a correr detrás de él.
Corríamos y éramos dos rayos por casi diez cuadras. Reíamos agitados esquivando autos y gentes. Llegamos y saltamos el paredoncito y nos metimos de una las piezas esas abandonadas del campito del golf. Estamos re agitados… riendo… cagados de calor y nos sacamos las remeras.

Gusti- faaa, boludo… re piola… yo te dije ¿o acaso no? Ufff, jajajajaj… les re cabio a esas panaderas de mierda… jajaja! Entre y les dije “dame toda la guita, dale dale o te quemo” y les amagaba que tenia el fierro en la cintura. Faaa… las hubieras visto! Se cagaron todas y me dieron todo lo que tenian en la caja. Re piola, yo te lo dije, o acaso no? Si yo te prometo algo te lo consigo, o no? …ja! Yo te lo dije guachin… y yo te cumplo, siempre, ufff todo.

Dice y se me tira encima y me empieza a besar y a franelear todo. Transamos a full. Curtimos y ya casi no había luz en la pieza esa pero no nos importaba nada de nada.






El Gusti y yo nos conocimos hace muy poco pero nos enganchamos mucho ni bien nos frecuentamos un par de dias.
La primera vez que nos vimos fue en la casa de Chipo, un amigo mio. Yo me llegue porque andaba por ahí cerca y al Chipo no lo veia hace unos meses… como desde que se hiba a chorear el maxikiosco ese en Rafael Castillo. Bueno, asi llegue, solo de pasada.
“Chipo…” llame cerca de su ventana que da a la vereda y a esos rosales medio secos que se le amontonan ahí. Él corre un poco la cotinita marron de la ventana y mira desconfiado pero me reconoce y dice “Eh! Ahí voy.” Me prendo un cigarrilo y ahí viene El Chipo en cueros, abriendo el portoncito y diciendo “Eh! Perdido, te acordaste de mi rancho. Llegaste justo, estamos tomando unas viras con un amigo, dale veni, pasa. Che, que bueno verte loco.” Entramos hablando a su pieza y ahí, justo sentado en ese sillón rojo todo destrozado, estaba acomodado El Gusti. Nos saludamos con un apretón de manos y unas rápidas miradas que intentaban disimular la minuciosa inspección que cada uno hacia del otro. El Chipo le cuenta al Gusti que yo soy un amigo y que habíamos compartido muchas secuencias… algunas buenas, malas y otras bien bien jodidas. Hablamos de todo, nos reímos y ya tomábamos la tercera birra entre un montón de colillas ahí en el piso.
El Gusti y yo cruzamos un montón de miradas mientras hablábamos de algunas boludeces y fumábamos un porrito que armo él. La verdad que yo nunca lo había visto antes pero parecía un pibe bien común, lindo, con la voz clara y bien grave, delgado y bien morochito… bah, del mismo color que somos casi todos los pibes en este barrio.
Así fue, masomenos, la primera vez que lo vi y si… creo… me gusto un poco. Con los días que vinieron ya nos entramos un par de veces fumanchando en el campo de Los patos, cerca de los juegos para no hacer mucha bandera y flashearla bien piola mirando los autos que pasan allá en las calles de los costados del campo.
La verdad que ni se como empezamos a curtir… pero me parece que fue esa tarde que El Gusti vivo a mi casa y se quedo un buen rato y que se pago cuatro cervezas y que estaba fastidiado porque tenia los pies todos ampollados por esas Niké todas viejas que ya le lastimaban. Él se quedo toda esa noche en mi casa. Hablábamos sin parar y ya estábamos re locos entre las birras y el porro. Nos tiramos en mi cama, uno al lado del otro, a tomar un Fernet que yo tenia. Y ahí, en el flasheo, cagandonos de risa, llorando o que se yo, ya lo tenia al Gusti encima mío besándome el cuello… y transamos y curtimos… re locos.

A la mañana él se fue de mi rancho muy callado… cosa que me parecía imposible en él… pero así se fue, como raro, callado, sin hacer esos chistes ni su parloteo habitual. Y no volvió por muchos días para acá.
Pero un día apareció de vuelta en su bici, así como si nada, como hace unos días, sonriendo con toda esa boca y pidiéndome unas botellas para ir a traer unas quilmas. Y empezamos a vernos todos los días y a transar y a curtir y a decirnos “si, te quiero.” Y estaba todo bien, posta, todo re bien.
Hacíamos la nuestra, re bardos los dos, nos reíamos de todo, estábamos casi siempre juntos y todo bien, posta, todo re bien. Los dos teníamos la misma edad, las mismas calles en común y esa libertad brutal de los que están solos… porque así estábamos… si a los dos ya se nos habían muerto los viejos.
Así, un día, de esos en los que Gusti tenia mucha guita de sus choreos pero que andaba medio bajón, mientras veíamos cuanto faso y merca iba a comprar, agarro un billete de cincuenta pesos y lo doblo y acercándomelo me dijo “toma, guardalo. Eso no lo vamos a hacer gilada. Mañana vamos al cementerio y con eso les llevamos unas flores a nuestras viejas, a la tuya y la mía, si? Dale, guardalo para mañana.”

Eso me engancho mucho mas a él. Y fuimos al cementerio a visitar a nuestras viejas. Compramos unos ramos bien grandes en el puestito de la entrada y elegimos para cada cual sus flores favoritas: rosas blancas para la mamá de Gusti, y jazmines y gladiolos para la mía.
Y ahí estábamos, re callados, sin llorar ni decir nada de nada. Un rato largo en la sepultura de cada una, callados. Uno al lado del otro, callado, dejando al otro un rato con el recuerdo de su mamá y después, asi como si nada, uno decia secamente “vamos” y nos íbamos caminando despacio, saliendo hacia la calle del centro entre las parcelas, perdíamos un cigarrillo y seguíamos callados… sabiendo que estábamos solos de verdad.
Así íbamos al cementerio casi una vez por semana, siempre que tuviéramos guita para llevarle a cada una de nuestras viejas, unos ramos bien grandes de las flores que fueron sus favoritas.
Los vicios, la calentura y el bardo nos hizo compañeros, secuaces y amantes… pero esas idas al cementerio nos hizo hermanos, hijos, solos.

Ya no habia luz en esa pieza abandonada del campito del golf. Ahora estabamos mas tranqui… un polvo de parados nos bajo bien piola.

Gusti- faaa que calor, che… vayamos a buscar una birra bien fria ahora… para para, veamos cuanta guita agarre recien.

Busco el encendedor en mi bolsillo y lo enciendo para iluminar un poco el bollo de guita que saca El Gusti desdoblando algunos billetes.

Gusti- uuuuu re piola… che, aca hay como quinientos pesos, facil… jajajaja re bueno, jajajaja! Viste, yo te dije y yo te cumplo, ja! Vos querías merca, bueno ahora vamos a comprar! Viste, vos conmigo no te vas a quedar manija niai… nunca.

Apago el encendedor y transamos.

Gusti- eh loquito, dale dale, zafemos de aca. Dale que me muero por una birra bien pero bien fria, dale dale. Y de ahí vamos directo a lo de El Uruguayo a pegar una buena piedra de la pura… para que tomes vos mi amor. No me gusta verte manija, si total es re facil para mi… voy pongo caño a un negocio y listo… ya tenemos guita! Jajajaja te re amo, boludo.

Tranzamos. Nos ponemos las remeras y salimos de las piezas entre los yuyales hacia el paredoncito que saltamos para ya estar en la calle. Gusti hacia las cuentas en voz alta de lo que iba a comprar. Caminábamos tranquis y vemos un kiosco ahí nomás, paramos y Gusti pide la Quilmas mas fría que tenga. La piba que atiende le dice que le tiene que cobrar dos pesos mas porque no trajimos envase. El Gusti se sonrie y dice “dale, todo bien. Tambien dame dos Marlboro de veinte… y un bocadito de estos Dos corazones. Cuanto es todo?” le pregunta a la piba mientras saca el bollo de guita del bolsillo y me mira sonriendo. Paga y salimos.
En la vereda me regala el Dos corazones diciéndome “te quiero, guachin.”
Guarda los paquetes de cigarrillos en los bolsillos de sus bermudas y cuando se dispone a destapar la cerveza con las muelas parace que se acuerda de algo y exclama “uuuuuuuu para para…” y deja la botella en el piso y vuelve a sacar el bollo de guita y agarrando un par de billetes me dice “toma, guardalos,. Hay como sesenta pesos ahí, no? Bue, así mañana…” y lo interrumpo completando su frase…

- …si. Así mañana vamos al cementerio a llevarles unos buenos ramos de flores a nuestras viejas.




Fin.

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